Levanta tu bandera para que vivas.

“Y Yahweh Dios dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre la bandera; y será que cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de metal, y púsola sobre la bandera y fue, que cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de metal y vivía”.

(Números 21: 8-9)

Si Cristo no hubiera citado este pasaje 1500 años después cuando dijo: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado; para que todo aquel que en él creyere, no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Jn 3: 14-15), hoy muchos dudarían que tuviera alguna relación con la crucifixión de Cristo.

¿Por qué lo digo? Porque de la misma forma le puede pasar a usted cuando analiza una profecía, pensando automáticamente que nada tiene que ver con el análisis; pero sí, cada ritual era figura de algo que sucedería en el futuro, directamente relacionado con el plan de Dios para redimir a la raza humana.

Con seguridad Moisés no entendió el por qué el Verbo de Dios le decía que hiciera tal acontecimiento; de la misma manera que Nicodemo—igualmente estudiado en la ley de Dios y Moisés—no entendió a Jesús cuando, ignorante al camino de la fe, y la necesidad de nacer en agua y en espíritu para poder entrar al reino de los cielos (Jn 3: 1-5); le explica que él sería levantado, como aquella serpiente de Moisés, en acto necesario y redentorio.

Hoy muchos no quieren aceptar del por qué hay terremotos y tsunamis, y señales en los cielos y el tiempo; sin embargo, Jesús fue igualmente claro cuando dijo: “Y habrá grandes terremotos, y en varios lugares hambres y pestilencias; y habrá espantos y grandes señales del cielo…Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas; y en la tierra angustia de gentes por la confusión del sonido de la mar y de las ondas…” (Lc 21: 11, 25). El Hijo de Dios, como Verbo y portador de nuevas sentencias, dejó bien claro el por qué de tantas señales y no es más que la redención esta cerca, y el encuentro de Dios con los hombres es inminente; a las puertas.

De nada valen tantas explicaciones climáticas ni vanas filosofías. El Creador de los cielos y la tierra es quien controla todos los fenómenos físicos y atmosféricos que atañan al universo y sus planetas. No juguéis a querer ser más inteligente que él, que no os traerá ningún sano provecho.

La serpiente ardiente puesta en alto simbolizaba a Cristo en la cruz del calvario, hecho que a su vez juzgaba al “príncipe de la potestad del aire” (Jn 12:31; 14:30) —entiéndase el diablo—también llamado serpiente maligna y tortuosa (Apoc 12:9). Esa serpiente fue vencida en esa cruz del Gólgota, y resucitando al tercer día hebreo, como señal de su victoria eterna sobre la muerte; y es por eso que el que cree en ello, automáticamente sus pecados son perdonados, recibiendo salvación; tal como representaban los rituales.

No es que la persona es libre de pecar. Cada pecado lleva repercusión de justicia. Si usted viola la ley, de una u otra forma hay castigo por ello (ahora o después); sin embargo, las consecuencias eternas del pecado humano, fueron lavadas y perdonadas por el acto sacrificial y redentor del Hijo de Dios; para aquellos que lo acepten como su Señor y Salvador.

Todo aquel que mira a la cruz y su obra redentora, llevándola cada día en su alma y corazón, con fallas pero sin hipocresías (Mt 10:38; Lc 9:23) vivirá, en Cristo Jesús, para siempre jamás. Esa es la gran promesa de Dios (Jn 3:16). Créala o no quien quiera, tergivérsela quien quiera tergiversarla con religiones, politiquería, o mundana filosofía; y hay consecuencias eternas para el que no tome seriamente ese acto desinteresado del Mesías Libertador; porque nunca el vaso de barro ha osado decirle al alfarero: ¿Por qué me hiciste?

[Esta y otras profecías del Pentateuco están explicativamente recopiladas en el libro del autor titulado: Profecías en el Pentateuco; impreso y electrónico]

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