Mi escogido no se cansará ni desmayará.

“He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido en quien mi alma toma contentamiento: he puesto sobre él mi espíritu, dará juicio a las gentes…sacará el juicio a verdad. No se cansará, ni desmayará hasta que ponga en la tierra juicio; y las islas esperarán su ley…Yo Yahweh te he llamado…y te pondré por alianza del pueblo, por luz de las gentes; para que abras ojos de ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que están de asiento en tinieblas. Yo Yahweh: este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas…Sordos oíd; y vosotros ciegos, mirad para ver…Yahweh se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla”.

(Isaías 42: 1-10, 18-21)

Isaías nos profetiza al Mesías de Dios más de 700 años antes de su aparición y ministerio en Galilea. Y hablando de Galilea—antes de proseguir con el análisis del pasaje—y como punto curioso, vemos como siempre, que cuando los apóstoles pescaban en presencia de Jesús, los peces traídos en la red representaban numéricamente un mensaje de Dios.

Una vez que Jesús resucitó decidió, como hasta ahora lo había hecho, dejar un mensaje sobre quién es él ante Dios y los hombres, en cada una de sus acciones, por muy insignificantes que parecieran. Una vez aparecido a los doce, y antes de advertirle a Pedro la necesidad de esparcirse, predicar el Evangelio a las naciones y cuidar de sus ovejas; se les aparece mientras estaban pescando en el lago de Galilea, por la parte próxima a la ciudad de Tiberias; entonces Jesús les dice: “Traed de los peces que cogisteis ahora. Subió Simón Pedro, y trajo la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres: siendo tantos, la red no se rompió” (Jn 21:10-11).

Todavía dudaban si era Jesús quien desde la costa les volvía milagrosamente a llenar la red de peces; sin embargo lo que ellos no imaginaban, en su ignorancia—como hoy muchos rabinos judíos siguen en ella—es que en el número de peces es donde estaba el verdadero mensaje. El idioma hebreo, al igual que otros, tiene números que significan, cada uno, una letra equivalente. Pues bien, si tomamos la cifra 153; es decir, la cantidad de peces que surgieron producto del milagro, y lo llevamos al alfabeto escrito, ellos significan y se traduce como: Yo soy el Señor tu Dios.

El siervo de Dios aquí—en este pasaje del profeta Isaías—representa a Jesucristo, quien vendría a este mundo como cumplimiento del Plan Divino. Su obra redentora de la Cruz alcanzaría no solo al pueblo judío, sino a todas las gentes de la tierra (v.4, 6) que lo acepten como su Señor y Salvador.

Regirá a las naciones (Apoc 19:15) hasta que ponga en la tierra juicio (v.4), sacando a la luz la verdad de Dios; abriendo los ojos a ciegos, torcidos, e ignorantes de este mundo, sacando de prisión de tinieblas a aquellos que por el temor de la muerte estaban por toda la vida sujetos al miedo existencial y servidumbre diabólica (Heb 2:14-15); incluyendo su mención inequívoca a la falsa idolatría de esculturas y dioses creados por la imaginación o religiones avasalladoras, que han impuesto sus propias leyes y doctrinas, como condición para entrar en el mismísimo cielo.

Dios se complació en él (v.21) y lo puso por Luz de los hombres (Jn 1:9, 18) —y contra lo que muchos han predicado—no vino a abolir la ley de los mandamientos (solo la ritual), sino que Yahweh decidió ensalzarlo de tal manera que engrandeció y magnificó la Ley de Dios (Mt 5:17-19), a través de su Evangelio Cristiano.

Si creéis que el Evangelio es menos estricto que esa Ley santa, entonces no has captado con claridad el mensaje del Creador de los cielos y la tierra. El perdón y la misericordia vienen a través de la obra del Calvario, por el sacrificio expiatorio y voluntario del Hijo de Dios; sin embargo, como cualquier sistema jurídico, el de Dios tiene su ley, que es santa, y regirá la vida de los humanos.

Esa Ley ha sido engrandecida y multiplicada, pero no cambiada; porque Dios—diferente a los humanos—no cambia de acuerdo a la época, modas, o corrientes; sino que permanece siendo el mismo de eternidad a eternidad.

[Esta y otras profecías del Antiguo Testamento están explicativamente recopiladas en el libro del autor titulado: Profetas Mayores del Antiguo Testamento; impreso y electrónico]

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