¿Es hablar en 'lenguas' ser más espiritual?
No transcurrió mucho tiempo después de la
partida de Cristo, y muchos de sus seguidores comenzaron a dividirse en grupos,
sectas, los creídos más espirituales, los puramente judaizantes que
menosprecian el valor de la resurrección del Salvador (no los que sinceramente
creen en la ley como modo de vida), los creídos que son 'puerta al cielo', los
que usan tácticas teatrales en los llamados templos, los que emplean el sonido
y el show tipo nocturno para engrandecer sus mensajes e influir en el estado
emocional de sus oyentes, los que oficialmente tienen profetas-profetizas como
guías espirituales los cuales reemplazan al Verbo de Dios; en fin, los que
pronto olvidaron el origen sencillo del comienzo del Evangelio Cristiano,
cuando se reunían en casas y pequeños grupos.
No por gusto el apóstol de los gentiles reprendió
a los que se dividían en bandos, ya en esa temprana edad de la Iglesia:
"Porque me ha sido declarado de
vosotros, hermanos míos... los... de Cloé, que hay entre vosotros contiendas...
cada uno de vosotros dice: Yo cierto soy de Pablo, pues yo de Apolos, y yo de
Cefas, y yo de Cristo. ¿Está dividido Cristo?" (1 Cor 1:11-13).
Hoy no es diferente, y entre tantas
llamadas/auto-tituladas instituciones, que en realidad son sectas, están los
que se creen más espirituales 'porque hablan en lenguas'; cuando en realidad lo
que ocurre: es que muchos de los grupos se reúnen de acuerdo a sus
personalidades, experiencia pasada, estado emocional, clase social, nivel
académico, idiosincrasia y culturas, entre otros patrones.
No hay duda que los ángeles tienen su idioma
o lenguaje 'angelical', el cual a su vez es el mismo que el de los demonios;
los cuales son ángeles caídos, como hay humanos caídos/perdidos, aunque todos
hablamos leguas humanas. Es interesante apuntar cuánto falso conocimiento es
aplicado, creando frustración en otros hermanos, para establecer su creencia y
usando sobre todo un pasaje bíblico que nada tiene que ver con lenguas
angelicales, y nos referimos al comienzo de la Iglesia—después de la partida de
Cristo—cuando los primeros cristianos, juntos y unidos, esperaban la promesa
del Espíritu Santo anunciada por el Salvador, y entonces llegado el tiempo de
pentecostés, cuando estaban reunidos ultimando detalles, de pronto
sintieron/escucharon el estruendo de un viento fuerte.
Este viento fuerte era sencillamente un anuncio
de ese Espíritu prometido por Dios, de que la Era de la Iglesia de Cristo
comenzaba oficialmente; y que la obra del Espíritu Santo de llevar el Evangelio
a toda criatura (con Su poder), más allá de Judea, comenzaba y era necesario
'sintonizarlos' para tal inmensa tarea que dura hasta hoy... nuestros dias.
"Y como se cumplieron los días de
Pentecostés, estaban todos unánimes juntos; y de repente vino un estruendo del
cielo como un viento recio que corría, el cual hinchió toda la casa donde
estaban sentados... Y fueron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar
en otras lenguas, como el Espíritu [no ángeles o demonios] les daba que
hablasen... ¿Cómo pues les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en
que somos nacidos? Partos y Medos, y Elamitas, y los que habitamos en
Mesopotamia, en Judea y en Capadocia, en Ponto y en Asia, en Frigia y Pamfilia,
en Egipto y en las partes de África... de Cirene y Romanos extranjeros, tanto
judíos como convertidos, Cretenses y Árabes, les oímos hablar en lenguas las
maravillas de Dios" (Hechos 2:1-11).
Es hablar las maravillas de Dios, las Buenas
Nuevas, con sentido, en el lenguaje que el humano entiende; instruidos aquí por
el Espíritu Santo para tal encomienda.
En otras palabras, hablaban lenguas humanas;
las lenguas del mundo de entonces; y no era otra cosa que el Espíritu Santo les
anunciaba que cada uno de ellos iría a esas naciones y anunciarían el
Evangelio, las palabras de Cristo y Salvación a todo el mundo. Las Buenas Nuevas
iban a ser llevadas a cada pueblo, cultura, nación, y lenguas.
Nada tiene que ver con lenguas angelicales,
o que si eres más espiritual que Pedro o Pablo; sino un anuncio especial, que
transformó al mundo, e incluso hizo que años más tarde el emperador Constantino
estableciera el cristianismo (en la práctica) como religión del Estado/Imperio... y ese es otro
capítulo en el cual no vamos a extendernos.
En Babel Dios separó las lenguas, de manera
que era/es un pecado y transgresión tratar de unir al mundo con enredaderas humanas,
con lazos artificiales que no provienen de Dios; sin embargo, aquí el Espíritu
Santo de Dios les anunciaba que no era transgresión llevar el Evangelio de
Cristo a toda lengua y nación. Es un mandato del Creador, gústele o no a algún líder
mundial, presidente, dictador, tirano, o quien se crea guía de la humanidad.
La salvación nada tiene que ver si hablas
lenguas angelicales o demoníacas. Sí, porque ten mucho cuidado que, tratando de
agradar a tu 'líder espiritual local' y buscando ser incluido en algún grupo
repitiendo jerigonzas que tú mismo ni entiendes, termines
copiando/reproduciendo las palabras de algún demonio que se encuentre en tu
iglesia. Aunque sean invisibles... a veces se 'sientan' en las primeras filas y
asientos de tu congregación.
"Porque todas las promesas de Dios son
en él Sí, y en él Amén, por nosotros a gloria de Dios. Y el que nos confirma
con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios. El cual también nos ha
sellado y dado la prenda del Espíritu en nuestros corazones" (2 Cor
1:20-22).
Hablar en lenguas de ángeles o demonios no
atestigua que eres salvo o no.
Nuestra misión, dada directamente por el
Salvador, es llevar el Evangelio a toda criatura; y hemos visto pastores
entretenidos en murmurar, ya sea en tonos bajos y/o altos ‘chalalalalala o
macanchalaotupulalicalinalu’; pero sin embargo, sus ovejas pronto se pierden
por falta de crecimiento espiritual que es por fe y conocimiento de la Palabra
de Dios. Seguidamente trasmitiré una anécdota que escribió unos de los primeros
cristianos después de la época de los apóstoles de Cristo: Clemente de
Alejandría (150-215 d.C); en la que muestra el mal trabajo de un pastor al que
el apóstol Juan le había dado directamente el encomiendo—ya en su vejez—de
velar por un joven escogido para Dios y su pueblo. Es algo extra-bíblico, pero
interesante, sobre los últimos años del discípulo amado de Jesús:
“Oye este rumor, que no es un rumor, sino
una tradición sobre el apóstol Juan, transmitida y conservada en la memoria.
Así pues, cuando murió el tirano [se refiere al anticristiano emperador
Domiciano], Juan pasó de la isla de Patmos a Efeso. De allí salía, cuando se lo
pedían, a las regiones vecinas de los gentiles, ya fuera para establecer obispos [pastores], para dirigir iglesias enteras o para designar algún
sacerdote de los que habían sido elegidos por el Espíritu.
Fue, pues, a una ciudad cercana (cuyo nombre
incluso algunos mencionan), y, tras traer alivio a los hermanos en las otras
cosas, mirando fijamente al obispo establecido por todos y habiendo visto a un joven
alto, de aspecto agradable y de ánimo encendido, dijo: 'Te entrego a este
con toda diligencia ante la iglesia y con Cristo de testigo'. Y, a pesar
de que el obispo lo aceptó comprometiéndose en todo, Juan de nuevo decía lo mismo
y lo afirmaba con los mismos testigos. Entonces se fue a Efeso, y aquel obispo
recibió en casa al joven que le había sido entregado y lo hospedó, lo mantuvo,
lo cuidó y finalmente lo bautizó. Luego moderó algo el gran cuidado y
protección, porque creía que lo había provisto de la perfecta protección: el
sello del Señor.
Pero, siendo su libertad prematura y tomándole
algunos ociosos de su misma edad habituados al mal, lo pervirtieron. Primero se
lo atrajeron con pródigos festines, luego se lo llevaban con ellos incluso
cuando iban a robar de noche, y finalmente le reclamaban mayor colaboración. Él
fue adhiriéndose a ellos paulatinamente y, por su fortaleza física, se extravió
del camino recto como caballo desbocado y robusto, cayendo al abismo con gran velocidad.
Al final, renunció a la salvación que hay en Dios y ya no proyectaba
pequeñeces, antes bien, habiendo llevado a cabo graves crímenes, y ya que
estaba perdido para siempre, merecía sufrir como los demás. De este modo,
tomando a estos otros jóvenes y reuniendo una banda de ladrones, él era su
resuelto jefe, el más violento, el más asesino y el más aterrador.
Pasando el tiempo, hubo alguna necesidad y
llamaron a Juan. Él, tras solucionar los asuntos que le habían llevado allí,
dijo: 'Venga, pues, obispo, devuélveme el depósito que yo y Cristo te
entregamos ante la iglesia que tú diriges y es testigo'. El obispo,
primero se sorprendió pensando que se le acusara acerca de algún dinero que él
no había recibido, ni tampoco podía creer en lo que no tenía ni desconfiar de
Juan. Pero cuando Juan dijo: 'El joven es a quien te reclamo y el alma del
hermano', el anciano se echó a llorar y, con muchas lágrimas, dijo: 'Está
muerto'. ¿Cómo? ¿De qué muerte? 'Muerto para Dios, porque se fue
malvado, perdido, y, lo que es más, ladrón, y ahora se ha apoderado del monte
que hay al frente de la iglesia, con una banda como él'.
El apóstol, rasgando sus vestidos y
golpeándose la cabeza con grandes gemidos, dijo: '¡Buen cuidador dejé del
alma del hermano! Pero traigan un caballo y alguien me indique el camino'.
Y desde allí, tal como estaba, emprendió su marcha desde la iglesia. Cuando
llegó al lugar, le tomaron los guardias de los bandidos, pero él ni se escondía
ni hacía súplicas, sino que decía gritando: 'Para esto vine, conducidme a
vuestro jefe'.
Este, mientras esto ocurría, esperaba
armado, pero al reconocer que era Juan el que se acercaba, escapó avergonzado.
Él le seguía con toda su fuerza y descuidando su propia edad. Le gritaba:
'¿Por qué huyes de mí, hijo, de tu
padre indefenso y viejo? Ten piedad de mí, hijo, no tengas temor. Todavía
tienes esperanza de vida. Yo daré cuenta de ti ante Cristo. Si es preciso,
soportaré la muerte por ti de buen grado, del mismo modo que el Señor la sufrió
por nuestra causa. Cambiaré tu alma por la mía propia. Detente, me ha enviado
Cristo'.
El joven, cuando oyó estas cosas, primero se
detuvo, bajando su rostro; después tiró sus armas, y luego, temblando, lloró
amargamente. Al llegar el anciano lo abrazó, presentando, en lo posible, sus
lamentos a modo de defensa y sus lágrimas como segundo bautismo. Únicamente
escondía la diestra. Pero él, que era su fiador, jurando que había hallado
perdón del Salvador para él y suplicando, se postró de rodillas y besó su
diestra purificada por el arrepentimiento. Lo llevó de nuevo a la iglesia, oró
con abundantes súplicas, lo acompañó compartiendo sus ayunos y fue cautivando
su corazón con los multiformes lazos de sus palabras. Según dicen, no se alejó
de allí hasta que lo hubo establecido en la iglesia, habiendo dado grandes
muestras de un arrepentimiento verdadero y grandes señales de regeneración a
modo de trofeo de una resurrección visible”.
¡Un gran ejemplo nos muestra el apóstol Juan
sobre lo que debe ser un pastor! Si Dios no te llamó a ser pastor, entonces ve
a Evangelizar, y durante el camino a tu destino inmediato, puedes hablar
cuantas lenguas quieras; y hasta escribir cada palabra para aprenderlas de
memoria, como he visto que algunas llamadas ‘profetizas’ hacen. Y recuerda que
por mucho que hablemos lenguas, ya sean humanas o angelicales, si no te dedicas
a buscar esa oveja perdida, escogida por Jesús antes de la fundación del mundo
(Juan 15:16), con el amor fraternal de Cristo, entonces venimos a ser como
metal que resuena o címbalo que retiñe (1 Cor 13:1). ¿Cómo sabes cuál
es? Bueno; dices tener el Espíritu Santo por hablar lenguas, y así todo: ¿a mí
me preguntas?
Es el Espíritu Santo quien da testimonio a
tu espíritu que eres Hijo de Dios (Rom 8:16), gracias al Cordero
redentor. Ese es el verdadero bautizo en el Espíritu. Un nuevo nacimiento del
cual Cristo con claridad le advirtió al fariseo Nicodemo: "El viento de
donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene ni a dónde
vaya: así es todo aquel nacido del Espíritu" (Juan 3:8). Una nueva
criatura en Cristo Jesús, porque las viejas cosas pasaron y ahora ves el mundo
y la vida de manera diferente. Hecho nuevo por obra del Espíritu de gracia
prometido por el Salvador (2 Cor 5:17). No tienes que hablar lenguas
angelicales o de demonios para testificar tu salvación ni que el Evangelio está
en tí, sino solo hablar como Cristo; y si de lenguas se trata, en la tuya. Es
más, escucha las palabras de Pablo: "...mayor es el que profetiza que el
que habla en lenguas... hablo lenguas más que todos vosotros; pero en la
iglesia más quiero hablar cinco palabras con mi sentido... no seáis niños en el
sentido, sino niños en la malicia; empero perfectos en el sentido" (1 Cor
14:5-20).
Pablo mismo fue bautizado por Ananías (Hch 9:17-20), y no habló lenguas humanas y/o alguna angelical; sino que su vida fue transformada súbitamente, y desde entonces entraba en las sinagogas judías anunciando y predicando que Cristo es el Hijo de Dios. Un ejemplo para muchos cristianos de hoy que van a Israel con muchos anhelos excursionistas pero no se atreven a predicar el Evangelio ni a un judío; como mismo otros regalan mucho dinero a otros "lideres" que van de turistas a Jerusalém, y entregan el salario de muchos hermanos cristianos a grupos ortodoxos que denigran a Cristo, lo cual nada tiene que ver con el mandato del Señor de ir más que nada a las ovejas perdidas de Israel (Mt 10:6) con el mensaje de nuestro Salvador.
No seas pues malicioso, tratando conspicuamente
de hacerte el espiritual delante de tus hermanos de fe. No seas adulto en la
malicia.
Para concluir diremos esto: Si tienes alguna
duda en qué significa ser cristiano, o cómo se traduce el lenguaje espiritual
(no angelical) y mensaje del Salvador a las naciones y humanos; ve directamente
a los cuatro Evangelios: Mateo, Marcos, Juan, Lucas.
Escúchalo a él (Cristo Jesús) primero, antes
de poner oídos en otra criatura.
"Mas muchos primeros serán póstreros; y
póstreros primeros" (Mt 19:30).
¡Bendiciones y lleva el mensaje del Verbo de
Dios a toda criatura que hable tu lengua en particular!
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