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Tribulación en Occidente y mundo


¿Comienza la Tribulación en Occidente y mundo con la gran ira del Creador?

Antes de responder esta pregunta quiero que nos remontemos un poco a la historia de Israel, sus sufrimientos y desdichas en su andar de espaldas al Creador, y cómo ello nos sirve de ejemplo para aquellos que vivimos en el Señor y esperamos en sus promesas divinas; siendo nosotros—los que posiblemente amanezcamos vivos en lo que se dice ‘mañana’, puesto que nadie sabe qué nos puede ocurrir en el siguiente segundo—aquellos que experimentaremos esos grandes acontecimientos Finales, profetizados de siglo en siglo, a través de los profetas del Altísimo.

Debido a que hemos escrito mucho sobre las profecías que se encuentran reveladas en las Sagradas Escrituras, siempre me preguntan: ¿cuándo y cómo será todo? No tenemos todas las respuestas; mucho menos sobre el día y la hora puesto que nadie lo sabe, ni el Hijo cuando se lo preguntaron habitando entre los hombres (Mt 24:36); sin embargo, hay muchas señales que desde que comenzó éste milenio—y de ello hicimos hincapié en las dos primeras décadas cuando publicamos nuestros libros—las cuales nos indican que el sonido de las trompetas judiciales ya se acerca; y de hecho hasta muchos habitantes en diferentes partes del mundo han escuchado sonidos extraños, que bien podrían ser demoniacos o angelicales, pero que son fuera de lo normal; como si el oleaje celestial se aproxima y la gran mayoría están ciegos y dormidos, centelleados por un mundo ilusorio y vil.

No pretendo en este instante, ni en otro similar, ser conspiracionista; sino más bien histórico. Ten en cuenta que desde el año 2010 en adelante los síntomas naturales del mundo como Cristo anunció, han ido paulatinamente aumentando en intensidad, como mujer de parto. Huracanes, tornados, sequías, inundaciones, plagas, luchas étnicas, inmoralidades, satanerías, guerras, conflictos, hambrunas, cristianos mutilados o asesinados; en fin, para que lo crea y entienda tiene que investigar y tomar en manos las estadísticas de cada año.

Baste ver la turbulencia política en el país más poderoso de la tierra, los EE.UU. Por más que intentan hacer ver que la economía es una máquina que relincha a todo vapor no es cierto (imagínese en el resto del mundo). El presidente está siendo enjuiciado, por manipuladores y viciosos políticos corruptos, a quienes les cuesta trabajo ‘tragarse’ la derrota que sufrieron en la última campaña electoral, y el hecho que se encontraron con un presidente que—gústeles o no su personalidad—no pueden comprar, puesto que le sobra el dinero. Washington DC, Congreso y senado, está lleno de corruptos y viciosos, que llegan al poder siendo elegidos por sus Estados, pero que al final se convierten en vende patrias millonarios, del día a la noche.

Sí, no es política lo que se trata en este libro de Preguntas y Respuestas bíblicas, pero son los acontecimientos mundiales, los cuales nos indican el estado precario de la estabilidad mundial, tal como el Señor lo anunció para esta época; es decir, nos están dando señales por todos lados: en el cielo, en la tierra, en nuestras culturas, y en nuestra flaqueza espiritual: vendidos al Padre de Mentira, por unas treinta y tantas monedas que no son ni siquiera de plata.

Desde tiempo de Cristo, ya él daba señales a Israel sobre la calamidad que se le acercaba; y esto señalaba a dos tiempos: el inmediato en solo tres décadas desde su partida, y el Final que ya se nos aproxima a nosotros. Recordemos cuando se paró frente a Jerusalém y les pronunció sentencia:

¡Jerusalém, Jerusalém, que matas a los profetas, y apedreas a los que son enviados a ti! ¡Cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina junta sus pollos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta (Mt 24:37).... Y cuando viereis a Jerusalém cercada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estuvieren en Judea, huyan á los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella. Porque estos son días de venganza: para que se cumplan todas las cosas que están escritas. ¡Mas ay de las preñadas, y de las que crían en aquellos días! porque habrá apuro grande sobre la tierra é ira en este pueblo. Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones: y Jerusalém será hollada de las gentes, hasta que los tiempos de las gentes sean cumplidos” (Lc 20:24).

¿Por qué citamos este pasaje? El Señor nos está hoy dando señales sobre lo que se nos acerca, pero un mundo que no recibe instrucción del Espíritu Santo, ya que nada quiere saber de nuestro Salvador, no puede ver lo que está a punto de ocurrir: grande Tribulación e Ira. Tampoco el pueblo de Israel supo escuchar la destrucción y gran tribulación que el Hijo de Dios le anunciaba; y a esa generación perversa que seguidamente de crucificar a Cristo (y después de Su partida), no se refrenó de asesinar cristianos, cortarle la cabeza a Jacobo—el hermano del apóstol Juan, Hch 12:1-2—lanzar y apalear desde el pináculo del Templo a Santiago, el hermano de Jesús y líder de la Iglesia cristiana en Jerusalém y alrededores; además de todo tipo de fechorías, atracos y vilezas en contra de sus propios paisanos hebreos y judíos... era en realidad una generación endiablada. Por este motivo no dejaron de sufrir barbaridades hasta tanto—como Cristo se los predijo—el Templo y ciudad fueron grandemente destruidos, y en el proceso tuvieron que pasar hambruna indescriptible, abusos extremos, injusticias y gritos dolorosos, llantos, lamentaciones, canibalismo, y otros tantos males, junto a morir entre 1 y 2 millones de ellos.

Eso mismo es lo que se le acerca a la humanidad, no ya lejano.

Dios incluso les avisó de mil maneras, y ellos lo menospreciaron todo; con excepción de los cristianos que a tiempo salieron de Jerusalém hacia Pella y Perea. Leamos lo que el historiador judío Flavio Josefo—persona seria y muy creíble como lo afirma su tiempo y la historia—que presenció todo o gran parte de eso, porque era del linaje sacerdotal y vivía allí hasta después pasarse al ejército de los romanos; y nos cuenta en su Libro VI de Las Guerras de los Judíos:

“... En aquel entonces engañaron al pueblo personajes embusteros y que falsamente te decían hablar en nombre de Dios. No prestaron atención ni creyeron en las señales evidentes que anunciaban la futura destrucción, sino que no entendían las advertencias de Dios, como si hubiera caído un rayo sobre ellos y carecieran de ojos y de espíritu. Fue entonces cuando sobre la ciudad apareció un astro, muy parecido a una espada, y un cometa que permaneció allí durante un año. Esto también había tenido lugar antes de la revuelta y de que se iniciaran las actividades bélicas, cuando, reunido el pueblo para la fiesta de los Ácimos, el día ocho del mes de Jántico, en la hora nona de la noche brilló durante media hora una luz en el altar y en el Templo con tanta intensidad que parecía un día claro. Para los no entendidos esto era una buena señal, mientras que los escribas sagrados lo interpretaron de acuerdo con los acontecimientos inmediatamente posteriores. Por otra parte, en la misma fiesta, una vaca, que era llevada al sacrificio, parió un cordero en medio del Templo.

A la sexta hora de la noche, la puerta oriental del Templo exterior se abrió ella sola; que era de bronce y tan pesada que por la tarde a duras penas podían cerrarla veinte hombres y que además estaba reforzada con cerrojos de hierro y con estacas clavadas profundamente en el suelo del umbral, que estaba hecho totalmente de un solo bloque de piedra. Los guardianes del Templo fueron corriendo a comunicárselo a su comandante, que subió y apenas tuvo fuerzas para cerrarla. De nuevo a los ignorantes esta señal les pareció muy favorable, pues para ellos era Dios el que les había abierto la puerta de los bienes. Sin embargo, los entendidos pensaron que la seguridad del Templo se había venido abajo por sí misma y que la puerta se abría como un regalo para los enemigos, y así entre ellos interpretaron la señal como un indicio evidente de destrucción.

Después de la fiesta, no muchos días más tarde, el veintiuno del mes de Artemisio, se vio una aparición sobrenatural mayor de lo que se podría creer. Creo que lo que voy a narrar parecería una fábula, si no lo contaran los que lo han visto con sus ojos y no estuvieran en consonancia con estas señales las desgracias que acaecieron después.

Antes de la puesta de sol se vieron por los aires de todo el país carros y escuadrones de soldados armados que corrían por las nubes y rodeaban las ciudades. Además, en la fiesta llamada de Pentecostés los sacerdotes entraron por la noche en el Templo interior, como tienen por costumbre para celebrar el culto, y dijeron haber sentido en primer lugar una sacudida y un ruido, y luego la voz de una muchedumbre que decía: “Marchémonos de aquí”.

Pero más terrible aún que esto fue lo siguiente: un tal Jesús, hijo de Ananías, un campesino de clase humilde, cuatro años antes de la guerra, cuando la ciudad se hallaba en una paz y prosperidad importante, vino a la fiesta, en la que todos acostumbran a levantar tiendas en honor de Dios, y de pronto se puso a gritar en el Templo: “Voz de Oriente, voz de Occidente, voz de los cuatro vientos, voz que va contra Jerusalén y contra el Templo, voz contra los recién casados y contra las recién casadas, voz contra todo el pueblo”. Iba por todas las calles vociferando estas palabras de día y de noche. Algunos ciudadanos notables se irritaron ante estos malos augurios, apresaron a Jesús y le dieron en castigo muchos golpes. Pero él, sin decir nada en su propio favor y sin hacer ninguna petición en privado a los que le atormentaban, seguía dando los mismos gritos que antes. Las autoridades judías, al pensar que la actuación de este hombre tenía un origen sobrenatural, lo que realmente así era, lo condujeron ante el gobernador romano. Allí, despellejado a latigazos hasta los huesos, no hizo ninguna súplica ni lloró, sino que a cada golpe respondía con la voz más luctuosa que podía: “¡Ay de ti Jerusalén!””

Y después se desató primero Tribulación y padecimientos, seguido de Ira y gran quemazón. El Señor ya nos está avisando de mil maneras: ¡Ay mundo conviértete a mis caminos antes que sea muy tarde!; y muchos que se hacen llamar ‘hombres de Dios’ te quieren hacer creer que entramos en un ecumenismo religioso mundial, y que todos construiremos un porvenir lleno de paz y esperanzas.

Eso no es lo que la Palabra de Dios nos anuncia para esta fecha de la hora trágica pero que traerá las Bodas del Cordero Divino.  De manera que respondiendo la pregunta inicial: no, la llamada gran tribulación, en los últimos 3 1/2 años de reinos humanos antes de la Venida del Señor, proviene del Anticristo y su imperio usurpador que intentará controlarlo todo; y decimos "intentará" porque solo Dios puede tener dominio sobre todo 100%; aunque originará primero mentiras y falsas promesas, y después esos lamentos y destrucción que le ocurrió a Jerusalém, y que no pudieron evitar por más que pelearon con sus espadas y ganas.

Los ángeles de Dios le darán una lección inolvidable a ese Anticristo... igual y peor que a aquellos antiguos anticristos que asesinaron a los apóstoles del Señor.

Después, la ira de Adonaí es al Final, mes(es) previo y durante la manifestación del Hijo de Dios, nuestro Redentor, desde los cielos junto a sus ángeles y santos que lo acompañarán.

Leamos lo que el arcángel le dice al profeta Daniel refiriéndose al Final de los Tiempos, en que estamos y nos acercamos con pasivo son de cabalgadura:

“Y desde el tiempo en que fuere quitado el continuo sacrificio hasta la abominación espantosa, habrá mil doscientos y noventa días; bienaventurado el que esperare y llegare hasta mil trescientos treinta y cinco dias. Y tú... te levantarás en tu suerte al fin de los dias” (Dn 12:11-13).

Esos 1290 días se refiere a lo mismo que Daniel 7:25, “...Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará [como en Apoc 13:7], y pensará mudar los tiempos y la ley; y entregados serán en su mano hasta tiempo, y tiempos, y el medio de un tiempo” [3 ½ años]. Téngase también presente que son años lunares y siempre hay alguna diferencia. No obstante, entre 1290 y 1335 hay 45 dias. Si queréis redondear entre año lunar y el gregoriano, digamos que hay un mes de diferencia que Daniel nos da.

Es muy probable que la Iglesia sea levantada a los 1290 días, y Dios quede amonestando al remanente del pueblo hebreo convertido, frente a su montaña, como en tiempos de Moisés, y por haber sido necios, incrédulos y cabezas tercas. También puede que todos estemos juntos esperando; sea uno o lo otro, en las últimas horas todos (el pueblo de Dios e Iglesia del Cordero) seremos levantados de un mundo totalmente oscuro donde no le llega luz del sol ni resplandor de la luna. ¿Cómo se manifestará no ya Tribulación, sino la Ira del Creador? En menos de un dia, si no segundos, toda la tierra será quemada. Una tierra que ya habrá experimentado suficientes quemaduras por guerras entre naciones, intercambios nucleares, e impactos de meteoritos, pero no totalmente arrasada; es imposible, es grande, es extensa. Aquí se refiere a una quemazón general. Escuchemos a Pedro:

“Mas el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella están serán quemadas” (2 Pedro 3:10).

Antes de esa gran quemazón ya estaremos con el Señor, y él descenderá y se acercará a la tierra con gran luz acompañado de sus ángeles e Iglesia; y en medio de esa oscuridad, el mundo quedará atónito frente a un resplandor mayor que el del sol, y entenderán que el Cristo anunciado no fue broma ni historietas de incautos.

En fracciones de segundos fuego arremeterá por doquier mientras la humanidad que aún observa, es traspasada al Infierno y los elementos de este mundo—donde el Señor lo estime—serán llevados a cenizas, pues seguidamente la tierra volverá a experimentar el paraíso del Edén, comenzando con el Reino Milenario, claramente anunciado por Dios a través de sus profetas; y en tiempo de los apóstoles revelado a san Juan en Apocalipsis 20:1-4.

Pongámoslo así: Hay diferencia entre Tribulación e Ira del Creador.

Contrario a lo que algunas sectas predican de que los cristianos no estarán aquí durante la Tribulación [ya hemos escrito sobre eso en otros pasajes de este libro de Preguntas y Respuestas bíblicas]; sí estaremos, como estuvo Israel entre los Egipcios mientras Dios, a través de Moisés, lidiaba con el faraón y su pueblo, símbolos del mundo idólatra y apartado del verdadero Dios.

En nuestra novela cristiana titulada: Persecución. Los obstáculos de Apolos y Priscila, publicada en el año 2015, intentamos hacerles ver cómo Dios podría preservar a su Iglesia en lugares específicos; aún en vuestro propio hogar si no hay otra salida. Y no es nada nuevo. El Señor puso temporalmente a su pueblo en un arca durante el gran diluvio de Noé, peor que una guerra mundial. Los cristianos también fueron avisados antes de que los romanos destruyeran Jerusalém en el año 70 d.C, y el que escuchó y no se apegó a sus propiedades materiales, como la mujer de Lot, se salvó entonces.

Cristo advirtió que cuando os persiguieren en una ciudad, entonces la salida es huir a otra con la antorcha del Evangelio en vuestros labios (Mt 10:23). Fíjese que en esa cita se refiere al Final de los tiempos, cuando especifica que antes de que se les acabara dónde ocultarse vendría “... el Hijo del hombre” [Cristo Jesús].

En el libro del profeta Isaías, refiriéndose a la Tribulación y los acontecimientos turbulentos del Final, con descargas nucleares, persecuciones, plagas y alborotos civiles; vemos cómo Adonaí le dice a su pueblo: “...pueblo mío, éntrate en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la ira... porque he aquí que Yahweh sale de su lugar, para visitar la maldad del morador de la tierra” (Is 26: 18-21).

En otro pasaje, también refiriéndose al tiempo antes de su Venida nos dice: “Métete en la piedra, escóndete en el polvo, de la presencia espantosa de Yahweh y del resplandor de su majestad... Y la altivez de los hombres será abatida... cuando se levantare para herir la tierra” (Is 2:10-11). Y a propósito, eso es lo que hicieron muchos de los cristianos que huyeron la avalancha de los romanos contra Jerusalém y su Templo en el año 70 d.C.

Uno de los lugares favoritos en que los hebreos y judíos han escogido siempre para esconderse es el oasis de Engadi, donde el futuro rey David se escondió varias veces de la ciega persecución con que el rey Saúl le rastreaba sus pisadas para matarlo. Incluso David le perdonó la vida mientras el rey—necesitando ir al baño... “a cubrir sus pies”—entró a la misma cueva donde David y su gente se encontraban ocultos. Este increíble pasaje lo puede leer en 1 Samuel 24:1-2.

Llegar hasta Engadi no es fácil, porque usted tiene que pasar por el Mar Muerto con altas temperaturas que deshidratan a cualquier humano; y los soldados que ahora cuidan esa zona fronteriza llevan por necesidad más agua que armamentos. Cuando usted lee el famoso Salmo 23, en realidad se refiere a eso. Las aguas de reposo eran arriba, donde está el oasis; sin embargo, para que un pastor pudiera llegar hasta allí con toda una turba de ovejas, tenía que someterlas al calor y altas temperaturas impidiéndoles que no tomaran agua del Mar Salado, so pena de morir. Seguidamente tenían que esquivar las aguas rápidas cayendo desde arriba que son muy peligrosas, y por las que muchos han muerto; incluyendo noticias recientes.

Como si no fuese suficiente, también había que pasar por dos columnas estrechas montañosas que lanzan piedras hacia abajo; y con una sola puedes perder tu cabeza y los pies. En otras palabras, David había escogido el lugar perfecto, y allá arriba, símbolo del descanso divino; él, acompañado de su pueblo y gente... “estaba junto a las aguas de reposo” (Salmo 23:2-3); con su alma confortada bajo los brazos del Señor y Creador de los oasis eternos.

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Enero, 2020