Quebrantaré al Asirio en mi tierra, y en mis montes lo hollaré.

“Quebrantaré al Asirio en mi tierra, y en mis montes lo hollaré; y su yugo será apartado de ellos, y su carga será quitada de su hombro”.

(Isaías 14:25)

El profeta Isaías es uno de los más citados por los eruditos judíos. Es interesante que el manuscrito texto masorético más antiguo que se conservaba de sus profecías, era una copia de alrededor del 900 d.C, y de donde proviene el Antiguo Testamento de nuestras Biblias. Recuerde que antes no existían las facilidades de ahora para conservar documentos, mucho menos una industria papelera, sino que los libros se recopiaban de generación en generación; sin embargo en 1947, como a dos kilómetros del Mar Muerto, unos mercaderes beduinos, mientras buscaban una cabra que se les había extraviado, encontraron en una cueva unos de los descubrimientos arqueológicos más renombrados de la historia, a los que se les llamó posteriormente: “Los rollos del Mar Muerto”.

Pues bien, entre los pergaminos, conservados por siglos envueltos en lino recubiertos con cera y dentro de botijas de barro, había un manuscrito de este libro del profeta Isaías que estamos analizando, y que databa de más de 2000 años atrás, coincidiendo con el mismo que tiene nuestra Biblia. Como siempre, los críticos de nuestros días que tratan afanosamente de ignorar a Dios, y que escondidos tras títulos de doctores universitarios y filósofos decían (con supuestas y fehacientes pruebas) que el libro de Isaías era una invención moderna, tuvieron que—una vez más—hacer el ridículo; muestra de cómo Dios en su omnisciencia de los tiempos, siempre ha conservado las Sagradas Escrituras intactas hasta la consumación de los tiempos.

Aquí el profeta Isaías, después de habernos descrito con anterioridad la destrucción del Reino del Norte de Israel, ocurrida con posterioridad en el 722 a.C bajo el emperador Asirio Sargón; nos anuncia enfáticamente que otros años más tarde, en tiempos que el rey de la Judea Ezequías reinaba desde Jerusalém; este temible Imperio Asirio sufriría, esta vez a manos de su hijo sucesor Senaquerib, una aplastante derrota de parte de Dios en tierra de Israel. Sería una derrota mundialmente reconocida, que estremecería en su totalidad el imperio hasta su inminente ruina futura por manos del renaciente Imperio Babilónico (606-536 a.C).

Así ocurrió después con asombrosa exactitud, como vemos en Is 36: 1-15; 37: 21-38, donde el ángel de Yahweh exterminó nada más y nada menos que 185 000 soldados asirios que intentaban—inútilmente—burlándose de Dios, ocupar la ciudad santa de Jerusalém, donde entonces se encontraba el Templo de Dios, y para someter al Reino del Sur, mayoritariamente la tribu de Judá, a cautiverio y servidumbre.

El pueblo judío no tuvo que “mover un pelo” pues como vemos fue una derrota dirigida y ejecutada directamente por las huestes de Dios. Esta derrota fulminante profetizada de antemano por Isaías—como dijimos—resonó por toda la tierra. Tenga en cuenta que ese ejército era el equivalente al hoy ejército de los EE.UU, equipado con la tecnología mejor surtida y abastecida de la época. De manera que la humillación recibida por Senaquerib (hijo del emperador Sargón), y ahora él mismo cabeza del Imperio al frente del ejército Asirio que no tenía contrincantes lo suficiente fuertes en el mundo de entonces (año 701 a.C), se debió más que nada a su afrenta idolátrica (Is 37:36-38) y a su intento de dividir a Israel y Jerusalém. Una vez vuelto a su tierra fue posteriormente asesinado por dos de sus hijos; sucediéndole en el trono otro hijo suyo nombrado Esar-hadón (2 Ry 19: 32-37). Así terminan quienes ponen a prueba el poder de Dios.

¡Cuántos son hoy los que llevan la misma soberbia de los asirios y menosprecian a los hijos de Dios tildándolos de fanáticos y tontos! Yahweh Dios le prometió al hebreo Abraham y a su descendencia Israelita, haciendo un pacto perpetuo que asegura: “Y bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré" (Gn 12:3; Nm 24:9).

[Esta y otras profecías del Antiguo Testamento están explicativamente recopiladas en el libro del autor titulado: Profetas Mayores del Antiguo Testamento; impreso y electrónico]

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