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El os bautizará con su Espíritu.
Así ha ocurrido en estos casi 2000 años. Los humanos que han aceptado en el transcurso de los siglos a Jesús como su Señor y Salvador , han experimentado un bautismo en Espíritu Santo ; es decir, en la profundidad de su ser, el Espíritu de Dios se manifiesta en sus conciencias, haciéndoles ver con seguridad que sus pecados han sido perdonados, que esa “vieja carga” ha sido quitada de encima, que un proceso regenerativo ha comenzado y una nueva vida—diferente a la anterior—ha florecido, donde comenzamos a ver nuestro mundo circundante con otra perspectiva, empeñándonos desde entonces a caminar en dirección a Dios: orando, estudiando su Palabra Divina encerrada en la Santa Biblia , y sintiendo la necesidad de comunicar eso que ahora entendemos y que antes ignorábamos. Esa nueva vida es el reflejo de “que si alguno esta en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas ” (2 Cor 5:17 ).
No es que para tener el Espíritu Santo nuestras manifestaciones deben ahora convertirse en sumamente emocionales y públicas. Cada ser humano tiene su propia personalidad y carácter, así como diferentes culturas en que han sido criados. La manifestación del Espíritu de Yahweh no se asocia con simplicidades o euforias pasajeras, sino adoradores en verdad, más que nada allí donde estamos a solas con Dios, y no podemos fingir con actos exteriores—ya sean producto del deseo sincero o teatral—y es por ello que el Señor nos advierte claramente que: “Cuando pues haces limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti como hacen los hipócritas en las sinagogas….sea tu limosna en secreto…Y cuando oras, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en las sinagogas, y en los cantones de las calles, para ser vistos de los hombres…mas tú, cuando oras, éntrate en tu cámara, y cerrada tu puerta, ora a tu Padre…y tu Padre que ve en secreto, te recompensará en público ” (Mt 6:2-7 ).