En el caso del profeta, la ballena (o gran pez) fue un
símbolo de esa sepultura infernal (v.6-7), donde experimentó la miseria
de la materia descompuesta habitando en un alma que se retorcía entre
la vida. Jesús estuvo igualmente activo, mientras su cuerpo reposaba en el
jardín sepultural comprado por José de Arimatea. Cristo bajó hasta las
prisiones del infierno llevando su mensaje de esperanza, predicando a las almas
desahuciadas (1 Ped 3:18-19; Hch 2:27, 31) la luz que él representaba y
la oportunidad de participar en la futura—y ahora cercana en el tiempo—primera
resurrección (Apoc 20:6).
El profeta Jonás nunca imaginaria, a pesar de su queja ante Dios, que su nombre sería famoso a través de los siglos, y que los niños cantarían su historia y sentirían felicidad al reconocer la ballena de los mares y la enorme fe del profeta. Algunos que se auto-admiran como teólogos se han atrevido de llamar a Jonás “el profeta desertor” por haberse resignado a cumplir lo encomendado por el Señor. Siempre hay quienes queriendo aparentar ser tan perfectos y religiosos delante de Dios terminan derramando blasfemias por entre sus dientes con sus lenguas borrachas en arrogancia; y los supuestos grandes conocimientos teológicos de que alardean, no le son suficientes para entender que el Altísimo no escoge a desertores, sino a humanos que lo aman de corazón con sus altas y bajas.
El profeta Jonás nunca imaginaria, a pesar de su queja ante Dios, que su nombre sería famoso a través de los siglos, y que los niños cantarían su historia y sentirían felicidad al reconocer la ballena de los mares y la enorme fe del profeta. Algunos que se auto-admiran como teólogos se han atrevido de llamar a Jonás “el profeta desertor” por haberse resignado a cumplir lo encomendado por el Señor. Siempre hay quienes queriendo aparentar ser tan perfectos y religiosos delante de Dios terminan derramando blasfemias por entre sus dientes con sus lenguas borrachas en arrogancia; y los supuestos grandes conocimientos teológicos de que alardean, no le son suficientes para entender que el Altísimo no escoge a desertores, sino a humanos que lo aman de corazón con sus altas y bajas.
[Estos sucesos proféticos sobre los últimos tres años del
Final de los Tiempos están explicativamente recopilados en el libro del autor
titulado: Apocalipsis de San Juan. Interpretación
y explicación del libro]