-->

El que hiciere la voluntad de mi Padre.

Los Cuatro Evangelios Profeticos en Alejandro's Libros






Y esto se percibe desde los primeros siglos. Vemos, por ejemplo en tiempos de Constantino, el emperador Romano, que el historiador y líder cristiano Eusebio de Cesárea, enamorado de su nuevo líder secular, lo engrandece hasta la médula. Le otorga adulaciones inmerecibles y se hace ciego ante la destrucción de iglesias y congregaciones desbaratadas por no ceder ante el poder secular; acciones apoyadas por un grupito eclesiástico sometido a la esclavitud de ese poder, castigando al redil que no se dejó subyugar por la nueva Roma (creída cristiana). Ello incluyó la satanización de todos los verdaderos cristianos que no se dejaron arrastrar por la jerarquía eclesiástica de la capital del imperio, que finalmente—a través de años y siglos—se convirtió en el engendro corruptible que hoy se conoce como el Vaticano.