Parábola profética dirigida al entonces lejano (32 d.C)—y ahora muy cercano—futuro Segundo Advenimiento del Señor Jesucristo, y comienzo de su Reino Milenario (Apoc 20:4-6); así como la redistribución administrativa del planeta: puesto en mano de esos verdaderos cristianos que—en estos casi 2000 años transcurridos—hayan rendido fruto para Dios y su Cristo (v.21, 23).