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Tallo Santo, de eternidad a eternidad.

Profetas Mayores del Antiguo Testamento en Alejandro's Libros



La ley de Dios es santa, y por consiguiente da conocimiento de pecado. Usted no sabe que codiciar y adulterar contra su vecino/a es pecado si no existe una ley que dice: “No codiciarás la mujer (marido) de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni ninguna cosa que sea de tu prójimo” (Dt 5:21). Es la ley el instrumento—bajo un mundo destituido de la gloria de Dios—y el mecanismo que nos pone en guardia para evitar nuestra autodestrucción, de la misma manera que usted no puede saber que la manipulación (ya sea cívica o política), y el racismo e injusticias atraen maldición si no estás consciente que: “Maldito el que hiciere errar al ciego en su camino…Maldito el que torciere el derecho del extranjero, del huérfano y la viuda" (Dt 27:18-19). En fin, la ley trajo, por así decirlo, el pecado y su conocimiento; y la necesidad de un Salvador que pudiera expiarnos para siempre.


Lo que sucede es que el hombre fue creado y destinado para vivir en felicidad por toda la eternidad, a semejanza de su Creador Dios. Hay un Plan y una inteligencia que rige el universo, las leyes físicas y espirituales. El hombre fue creado por Yahweh Dios y una vez que se entregó al pecado la muerte se interpuso en su camino, evitando primero el poder llevar una vida feliz con sumo propósito; y seguidamente su cuerpo físico—destinado para la eternidad—perece gradualmente, producto de ese pecado—y se degrada hasta la muerte, dejando vuestra alma libre y retrocediendo al lugar que escogió mientras habitó en su cuerpo carnal. Pues bien, Cristo se transfiguró (Mt 17:1-7) delante de sus apóstoles Juan y Pedro, mostrándoles una parte de lo que sería el Reino de Dios. Primero la Divinidad se les acercó a estos apóstoles para que entendieran que la vida es mucho más de lo que pensamos. Segundo; Cristo se transfigura y les muestra que el cuerpo físico puede ser inmortal, y así será el dia de la consumación de los tiempos (1 Cor 15:47-54); y por último Yahweh Dios habla directamente y dice que en Jesús, su Hijo, estaba su complacencia, y que debíamos escucharlo con suma atención.

En palabras sencillas: El es el Redentor de la humanidad y la Puerta de entrada al cielo; y como él mismo nos advirtió: “El que no entra por la puerta…el tal es ladrón y robador…Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y robadores”(Jn 10:1-14). En palabras de hoy, Dios se les revela a los apóstoles en el momento de la transfiguración, y al presentar a su Hijo como Salvador y Redentor, les está diciendo al mundo que ni Sócrates, Julio Cesar, Nemrod, o de la época posterior Buda o Mahoma o quien sea, son algún tipo de puerta al cielo y la verdad eterna. No—estimado lector—no os dejéis engañar. No es ningún filósofo, político nacional o internacional, élite local o mundial, quienes os traerán de vuelta a la felicidad y eternidad para la que fuiste creado y destinado; sino Cristo Jesús, el Redentor anunciado por el Dios Padre y Creador de todo.

El mundo se acerca a un bombardeo más sofisticado, a través de todos los medios de prensa y comunicación, por sobre los humanos que habitan nuestro globo terráqueo, para lavarles el cerebro con una filosofía disfrazada de paz y hermandad entre los pueblos, pero que los conducirá finalmente a un infierno en la tierra, a un sistema dogmatizado controlado por una élite mundial, quienes embolsan tus sudores y derechos y los manipulan a sus antojos. Usarán a cuanto filósofo e idolatría recuerde la historia humana; sin embargo, no se atreverán a alabar al Hijo de Dios, porque saben que él es la Puerta, y mencionarlo sería destruir sus planes hegemónicos. Nos llenarán también de sofisticadas trampas y malas difamaciones contra aquellos que nos oponemos. Ese proceso ya comenzó. Despierta, despierta, despierta humano; no es un hombre, sino Dios.