-->

Habacuc: aún cuando se os contare, no lo creeréis.

Profetas Menores del Antiguo Testamento en Alejandro's Libros



El profeta Habacuc ejerció su ministerio profético alrededor de los años 606-586 a.C, según reconocemos en la historia. El profeta advierte sobre la inminente destrucción de los judíos que se deshacían con sus impiedades y abominaciones espirituales, y que ahora serían arrasados por los Caldeos. La injusticia prevalecía a todos los niveles de las esferas sociales y la ira demoledora se acercaba; sin embargo, el hombre de Dios no termina y les advierte al Imperio Babilónico que su dia de macabro juicio llegaría igualmente; y así ocurrió aproximadamente setenta años más tarde, contando a partir desde que el Reino de Judá se desmorona y es llevado en cautiverio desolador.

El profeta se eleva en el horizonte profético y nos anuncia que el justo vivirá por la fe bajo la dirección del Espíritu Santo del Altísimo Creador, el cual se revelaría a los pobladores del mundo, en espectáculo milagroso que perduraría para siempre, y al que jamás las puertas del infierno logarían destruir.



El Evangelio de Dios sería predicado a todas las naciones y gentes, por disposición de Señor cuando dijo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra; por tanto, id y doctrinad a todos los Gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo…y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28:18-20). Dicha misión fue encomendada por el Padre  al Espíritu Santo, en una obra gigantesca que ha durado ya dos mil años y que se aproxima—en nuestros días—a su cierre con la incorporación de un remanente convertido, y proveniente del tronco hebreo del patriarca Abraham: los judíos. Aún cuando todavía luchan y se afanan en su milenaria testarudez que les ha traído serias inconveniencias a través de los siglos por ignorar al Hijo Divino de Yahweh Dios Yeshua; él les será propicio y amorosamente les abrirá sus ciegos ojos del alma.




El apóstol nos dice: “después apareció a más de quinientos hermanos juntos; de los cuales muchos viven aún” (1 Cor 15:6); porque el Espíritu Santo activamente organizaba los fundamentos de la Iglesia. Estos fueron futuros evangelistas y cabezas de congregaciones extendidas por el mundo circundante exponiendo la verdad y desenmascarando a los impostores que tergiversaban cada fragmento del Evangelio. Estos hermanos cristianos tuvieron sus bases primeras en ciudades y núcleos tales como los de Jerusalém, Cesárea, Antioquia, Roma, Edesa, Éfeso y Corinto entre muchas otras; porque donde hay dos o tres reunidos en nombre del Cordero de Dios, allí se funda una iglesia (Mt 18:19-20); gústele o no a los que se afanan en imponer su edificio doctrinal, como si estuviéramos necesitados de un salvoconducto al reconocimiento celestial. Es la Congregación o Iglesia de todos los que creerían en la obra del Señor (Hch 13:41-42, 47) hasta el Segundo Advenimiento del Mesías Redentor.